Vivimos en un tiempo en que a pesar de los adelantos en tecnología, la ciencia y la educación, el mundo sigue sufriendo por el flagelo de la desmedida  ambición de poder de algunos.

Al igual que en la Roma del primer siglo, muchos gobernantes se empeñan en robarse el alma de sus naciones para colocarlas en las prisiones de sus caprichos. Naciones distantes de nosotros geográfica y culturalmente como lo son Siria, Korea del Norte y gran parte de África donde se han secuestrado la voluntad, la libertad y el libre albedrío de sus habitantes.

Este dolor hoy no está lejos de nosotros.

En nuestra América Latina nos ha tocado sufrir junto a nuestros hermanos venezolanos, mientras vemos con impotente asombro como uno de las «CESARES» modernos, el Sr. Nicolás Maduro, secuestra la libertad, la economía, el futuro y los sueños del pueblo Venezolano. Es triste pensar que un sector de la iglesia de Jesucristo en Venezuela, fuese  cómplice sin saberlo, con su apoyo al predecesor del actual «presidente,» el fenecido dictador Hugo Chavez. Hoy nos corresponde resarcir en parte los errores del pasado. Nuestro compromiso de orar, hablar para presionar la opinión pública internacional a manifestarse, y ayudar humanitariamente al pueblo en la cautividad Madurista son deberes morales, que como cristianos, y más que cristianos como seres humanos, no podemos postergar ni evadir.

Jesucristo nos exhorta diciendo: Mateo 2531Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, 32y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.33Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.34Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.37Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?39¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?40Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.41Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos.

Hoy, multitudes de venezolanos han sido echados en las cárceles, otros están errantes en tierras extrañas y muchos más pagaron su amor por su patria con el sacrificio máximo, con sus propias vidas.

Nos corresponde a todos los amantes de la libertad, el creer que un día no muy lejano, Dios enjugará toda lagrima de los ojos de ellos y ya no habrá más muerte ni dolor; porque todos estos atropellos habrán pasado.

Pueblo de Venezuela y todos los que padecen injusticia por la verdad y la libertad, tus lágrimas no han pasado desapercibidas, Él no es injusto para olvidar tu sacrificio de amor por tus hermanos, tu tierra y el derecho inalienable de tu libertad, Venezuela, que Dios oiga y juzgue tu causa, resiste, El no tardara.

Más en el entretanto, nos corresponde a nosotros, los hijos de Dios, alimentarte, vestir tus hijos con dignidad, no olvidar tus presos y heridos. Nos pararemos a tu lado, al lado de la dignidad humana y allí permaneceremos hasta que el clarín de retirada del campamento enemigo, suene anunciando tu libertad.

 

– Apostol Carlos Luis Vargas

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